A little part of my world

18.10.11

É c r i t u r e

Elucubrando tácticas, con el objeto de regresarte a mí, incesante deseo de posesión, del transe que acaece cuando así  te apareces, con un poético gesto de llamado, el cual me lleva a aferrarme de ti sin dilación, ni más preámbulo, a aceptarte casi con devoción.
Eres tan mío como la sonata más apacible, más me vuelves intranquila, cuando no has de volverte elixir en mis venas, dueño de mi mente, cada vocablo, cada palabra que he de osar proferir, no mediante mi voz, sino, de la tinta.
Pues cuando no me honras con tu presencia, caigo en un foso, un sombrío sitio donde las sílabas cuentan con una cadencia tan larga, como los momentos de creación se vuelven, extensos e infructuosos, solo un lánguido reflejo, apenas si perceptible, de lo que tú logras cuando me acompañas.
Como una musa silente, sin nombre, sin rostro, cuando he de llamarte con locura, desenfreno, una necesidad abrumadora, de sentir la magia de tu roce, de que poses tu mano imperceptible sobre mí, y así indiques ya no el sendero, sino como encaminarme por él… y me concedes aquel deseo, es que reconozco, en las profundidades de mi mente, que he de necesitarte tantas veces como respiraciones requiera para sobrevivir.

Podría reducir el origen y porqué de la plegaria que he de dedicarle a la vida para que te presentes en el instante mismo en el que decido dedicarme a lo que tú conciernes, a un fundamento que acaece a todo lo que tocas… Y es que si jamás hubieras venido a mi encuentro, con certeza ante cualquier escrutinio afirmaría que me hallaría vacía. 
Me dotas de voz cuando las cuerdas vocales no bastan, e imperas en esta facción de mi existir que no es más que uno de los escasos rostros de lo que me es esencial.
Ya que mi esencia ha de componerse de un minúsculo cúmulo de cuestiones, en gravedad disímiles, entre las cuales pocas he de poder distinguir con verdadera claridad… Y el escribir, dentro de ellas, es la que en mi ser se halla en mayor medida manifiesta.

Y ahí es donde pasas a tomar el rol principal, de la mano de la autora: Eres la inspiración del ser creativo que habita en lo profundo de mi ser, arraigado por siempre a mi interior, que espera impasible a ser asistido, para comenzar el camino hacia la gloria del imaginario, infinito ente sin forma al cual sólo se es accesible de manera parcial... hasta que entre susurros deshaces sus barreras.

19.3.11

Hay días (Escribir es...)


Hay días en los que se amanece cansado, desganado, con esa singular sensación que adormece nuestros sentidos para dejar como único sentir latente a aquella necesidad infructuosa de dejarse caer en el lecho, y permitirle al tiempo que se escape, sin emitir queja alguna, ni razonar los porqués de ese pesaroso sentimiento ¿Sentimiento? Esa falta de sentires. Ese deseo de no realizar actividad alguna, cual ente inanimado. Quizá en un vago intento de ralentizar el tiempo, atarlo a nuestro ser, como si al detenernos pudiéramos jugar a hacer lo mismo con él, por más de que lo sepamos imposible.

Hay días que las imposibilidades no parecen existir. Apenas observar nuestro reflejo sabemos que esas dieciséis o diecisiete horas que nos quedan serán vitales en nuestras vidas, puesto que todo aquello que alguna vez temimos ser incapaces de realizar, estará al alcance de nuestras posibilidades. Es el día dedicado al cambio, es ese día en el que nos sumimos en el hacer, sin observar hacia atrás, olvidando el descanso, de manera tal que puede ser ese día, o el siguiente, o el otro, y ni la más mínima curiosidad nos hace dar cuenta de ello.

Hay días en los que nos volvemos curiosos cual niños, días en los que se agolpan las preguntas en nuesta mente, que indagamos sobre todo aquello que pertenece a nuestras vidas, que observando y observando, los interrogantes se van generando, y uno intenta responderlos, aún cuando sólo se traten de preguntas incoherentes, poco provechosas, o mismo, existenciales. Como aquellas que los poetas han de realizarse al utilizar metáforas embelleciendo sus creaciones.

Hay días en los que se amanece poeta y las palabras fluyen, cual bravo torrente de un manantial, deslizándose sobre la aparente lisura del camino que el agua traza, y volviéndolo sinuoso, serpenteando las ideas sobre la suavidad del papel, embadurnando de tinta las hojas, deshaciéndose en vocablos con mayor o menor sentido, pero igual causa: Esa inspiración que surge, silenciosa y nos llama a crear. Abandonarnos en el arte, deshaciéndonos de las ataduras de la rutina, para sumergirnos únicamente en lo que él es y nos lleva a ser.

Estos últimos, son los más impredecibles, son los que pueden comenzar cuando los párpados se abren tras una noche entre imágenes subconscientes, justo cuando vas por la página ciento noventa y nueve de tus apuntes, o mismo, en medio de la noche, en aquellos momentos donde se pierde la noción de la realidad, en una especie de intercambio que se realiza, tácitamente, con aquellas inventadas, o quizá, solo con el ritmo de la música.

Una frase nace en la mente y se adueña de ella sin ningún escrúpulo. Aquella que te detiene, bruscamente, en medio del caminar, y te acerca a la birome, al papel, o al teclado.

Y entonces escribís casi sin ver, casi sin pensar, casi con locura. O más que casi, , con locura.

Porque la escritura es desenfreno, es derrumbar barreras, es la expresión de las profundidades más complejas de nuestro ser, en palabras.

Es dejar la propia impronta en un espacio que antes estaba vacío. Es el poder de llenar los huecos de silencio con la armonía de las verdades propias, de lo único que cada ser lleva con él en su existencia.

Escribir es posibilidad, es magia, es todo lo antes dicho junto y mucho, mucho más.

Es poder comenzar un texto hablando del día a día y los cambios que han de darse en él e irse por las ramas, finalmente, en una especie de labor introspectiva, retratando el crear mismo, volviendo a los orígenes de la propia creación para admirarlos, con total libertad (una libertad tan única como maravillosa).

Y dar cuenta de cuán bellos son.
Bellos, bellos.

11.3.11

Mariposa

Revisando textos, de esos que uno escribe y guarda, casi como automáticamente, dejando que tras pasar los días se suman en el olvido, me encontré con el que colocaré a continuación.
Estimo haberlo escrito hace ya más que un par de años, no obstante no podría afirmarlo con certeza.


Vuela mariposa, que tus alas se movilicen y te traigan hasta mí.
Pósate en mi hombro, permíteme observar tu belleza…
Eres tan libre, dulce reflejo de la vida
Le brindas color hasta a los sitios más sombríos.

Cuando el sol desaparece y me sume en la oscuridad
La noción del espacio y el tiempo se transfigura
Y parezco entrar en un eterno letargo…
Mas todo cambia porque
Es entonces cuando vienes mariposa

Brillas y me robas sonrisas
Tus peripecias carcajadas
Pero tu fragilidad es extremada…
Vives instantes y pereces en mis manos.

Y yo te miro entonces mariposa
Se que vendrás transmutada en alguna otra cosa…
Y que por mientras mi tarea será esperar llegue una nueva
Mariposa coloreada, perfecta, despreocupada

Para que se pose en mi hombro….
Y juntas, juntas recorramos el camino
Hasta que pase el día y te vayas
Sola yo y observando tu cadáver
Diga entonces “la necesito, en lo más profundo”

Y continúe girando el mundo
Y las suelas de mis zapatos gastados
Me deje caer sobre el lecho imaginando que es el prado
Y te coles por la ventana mariposa inescrupulosa
Sí, siempre estuviste ahí.

No te ocultes.
Tu muerte es una excusa inválida
Porque nunca morirás
Mariposa interior, mariposa inmortal.