Aquella aparición etérea, tan indescriptible en su realidad… Se hizo ver ante mí.
Adueñose de mí la incertidumbre en dicho instante, el desconcierto. Aquel ser debía de pertenecer a otra realidad, un mundo lejano, quizá una dimensión paralela, o algún sitio de aquellos que tantas veces habíamos conjeturado existían a partir de cavilaciones en noches de filosofía, cuentos de indudable fantasía o mismo, de hechos de una extrañeza tal que no fuéramos capaces de explicar dentro de los parámetros de nuestra racionalidad.
Fugaz valentía que había decidido hacerse presente, por alguna razón, en mi corazón, en aquel instante donde me encontraba completamente expuesta ante lo desconocido, y probablemente por demás insondable para mí y los míos.
Lo observé como examinándolo, buscando conocer más de su naturaleza tan ajena, interiorizarme con su condición extra terrenal, y poder interpretar la razón por la cual nuestros destinos, si es que aquella visión era llevada, en su existir, por algo así, habían decidido cruzarse.
Fue entonces que una sensación que jamás había experimentado se adueñó de mí. Por un momento temblé, luego mi cuerpo frenó las oscilaciones casi de manera involuntaria, y mis pies, como si contaran con una fuerza propia, como si pudieran tomar decisiones prescindiendo de mí, comenzaron a movilizarse.
Me encontré dando giros cual bailarina clásica, ante el espectro de desconocida procedencia. Me encontré sintiendo como el aire daba contra mi rostro en aquel hacer… Encontré a mis brazos siendo partícipes de aquel baile impensado.
Y tras disfrutar por segundos de el, simplemente volví a mirarle, en aquella libertad extravagante y a sabiendas imposible que gozaba mi cuerpo sobre mí, como interrogándole, deseando saber porqué me hacía realizar aquellos movimientos. Fue entonces que, de manera súbita, me detuve.
Como deslizándose, acortó distancia y frente a mí, a centímetros de mi ser, decidió tomar lugar… Extendiendo en aquel mismo instante sus extremidades en mi dirección.
No supe porqué, pero algo, en ese momento, me dijo que debía tomarlas, que en aquel contacto podría encontrar una respuesta a todas aquellas inquietudes, dudas, que había creado desde que aquel ¿Espectro? Había interceptado mi realidad.
Cerré mis párpados al mismo segundo que establecía aquel momentáneo enlace…
Y fue entonces, sólo entonces, que pude comprender porqué me había hecho aquella visita.
Abrí los ojos casi con desmesura, quería agradecerle, al menos, mediante una sonrisa, un gesto tan pequeño como valioso.
Pero había desaparecido.
Sentí pena, pero era tan hondo mi agradecimiento para aquel, que la angustia se evaporó al ritmo que mis labios decían, al aire, como si supieran que aunque ya no estuviese allí, podía seguir escuchándome…
Lo sé, así será.
Gracias.
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